Seleccionar la lente adecuada es sumamente importante y complejo, y dependerá de diversos factores.
Después del examen visual que permite la detección de problemas relacionados con la visión, y el control de la salud visual, viene la segunda parte. Si necesitamos usar lentes, habrá que elegir una montura y los cristales adecuados. Las gafas pueden considerarse un artículo de moda: el color, la forma, la marca, dependerán de los gustos de cada persona y de las tendencias. Nada tienen que ver los modelos que se usaban hace diez años con los que se llevan ahora. Aunque bien es cierto que con el paso del tiempo las modas vuelven, el estilo vintage por ejemplo. En selección de la montura sólo estamos condicionados en casos determinados: miopías, sobre todo altas, o lentes progresivos que deben tener el tamaño adecuado para que la visión sea nítida a todas las distancias.
En cambio las lentes son un producto sanitario donde, aunque tengamos en cuenta la estética (por ejemplo cuando reducimos el cristal para que sea lo más fino posible), lo importante va a ser el asesoramiento del profesional. Como hemos comentado al principio, la selección de las lentes viene determinada por varios factores. En primer lugar el defecto visual, no es lo mismo unos cristales para un miope que para un hipermétrope porque en el primer caso la lente es más fina en el centro y más gruesa en la periferia, y en el segundo es más gruesa en el centro y más fina en la periferia. Además consideraremos también la cantidad de dioptrías, ya que si el valor es medio o alto nos podemos encontrar con aros en los cristales que por estética suelen ser rechazados por los pacientes miopes, o más aberraciones o zonas en el cristal donde la visión sea menos nítida.
Hoy día el 99% de las lentes que adaptamos son orgánicas, por sus ventajas: no pesan y no se rompen, son más cómodas y seguras, y presentan mayor absorción de las radiaciones UV. Se rayan con más facilidad por lo que los cristales son tratados para que sean más resistentes a los arañazos. Otro tratamiento muy generalizado es el antirreflejo que al evitar el reflejo de las luces en el lente (focos de automóviles, luces de pantallas…) disminuyen el deslumbramiento, la doble imagen y el efecto halo con lo que mejoran la visión en la conducción nocturna y evitan la fatiga visual. Teniendo en cuenta además el número de horas que empleamos con los dispositivos digitales, también es aconsejable un filtro que absorba la luz azul que emiten dichos aparatos electrónicos.
Pero no sólo nos deslumbra la luz de una lámpara en la habitación sino, y sobre todo, la del sol. Aunque los cristales orgánicos, sobre todo los más reducidos de espesor, tienen filtros de protección frente al UV, para evitar la molestia que originan los rayos solares, las lentes pueden llevar un tratamiento fotocromático, esto es, se oscurecen en mayor o menor intensidad en función del sol que incida sobre ellos. Y lo hacen en un color determinado para simular unos cristales solares con tonos tan clásicos como el verde, marrón o gris, y tan novedosos como el azul o el violeta.